Ésta es, posiblemente, la obra maestra de Christopher Nolan (que ya es decir en una filmografía que incluye Interestelar y Memento). El origen (Inception) mezcla un apasionante y complejo guión que manipula el tiempo con maestría para obtener el máximo de tensión, con maravillosos efectos visuales y geniales secuencias de acción – nada como ese combate en los pasillos del hotel–. Todo aderezado por grandes actuaciones de un increíble reparto y la música del siempre excelente Hans Zimmer.
Habrá quienes dirán que esta película (y la filmografía de Nicolas Winding Refn en general) es más estilo que sustancia. Pero incluso si su historia es un tanto simple en la superficie, Drive es una demostración de que el estilo ES parte de la sustancia, y que el color, los silencios, la acción y hasta los gestos más mínimos pueden decirnos mucho sobre lo que piensan y sienten los personajes en pantalla. Su cinematografía de tonos neón – una constante con Refn – amplifica el impacto visual de esta fábula contemporánea sobre violencia, que ve a Ryan Gosling en uno de sus roles más serios, contenidos e icónicos (esa chamarra de escorpión es un inconfundible símbolo por sí misma).