Una mujer (Michelle Yeoh) atraviesa un momento complicado: su lavandería está siendo auditada, su esposo quiere pedirle el divorcio, y su hija es infeliz. Por si fuera poco, hay una entidad que amenaza con destruir el multiverso y ella, sin talentos ni sueños cumplidos, es la única que puede detenerla, sólo si logra hacer que su conciencia salte de un universo a otro para aprender las habilidades de sus “otras yo”. ¿La trama de ‘Todo en todas partes al mismo tiempo’ (‘Everything Everywhere All At Once’) es el caldo de cultivo perfecto para un lío narrativo enredadísimo? Sí. ¿Es un frenesí audiovisual cargado de humor profano y referencias a la cultura pop? Sí. Pero el dúo de directores conocidos como Daniels (‘Un cadáver para sobrevivir’) logran mantener su locura multiversal en una narrativa que no sólo es coherente, sino que es sumamente emotiva, mirando de lleno a la oscuridad del absurdo y emergiendo de ella con esperanza. ‘Todo en todas partes al mismo tiempo’ es, sin duda, la película más bella que existe protagonizada por rocas con ojitos de plástico, en la que las personas usan dildos como espadas, y pelean con trofeos ensartados por el culo.
El nombre de Gaspar Noé suele evocar la provocación y la experimentación formal. Y algo hay aquí de lo segundo, con una narrativa que emplea pantalla dividida. Sin embargo, Vortex es el trabajo más distinto –e íntimo– en la filmografía del director, en un registro diametralmente opuesto a trabajos como Irreversible o Clímax. Aquí seguimos los últimos días de un matrimonio de la tercera edad (Françoise Lebrun y Dario Argento, el legendario director de Suspiria), quienes padecen de demencia. La historia se inspira en vivencias muy personales de Noé (la demencia de su madre y un derrame cerebral que él mismo sufrió en 2020), dando como resultado una historia profundamente emotiva que te sacudirá hasta la médula.
El reino africano de Daomé es de los únicos en la historia con registros de una guardia real formada exclusivamente por mujeres, conocidas como las Agojie (si viste Lee más sobre ella en nuestra crítica.
Es fácil para un artista –cineasta o de otro tipo– posicionarse políticamente sobre una problemática dada. La separación del arte y el artista, la moralidad del propio arte o la llamada cultura de la cancelación, por ejemplo. Es mucho más difícil, no obstante, brindar un panorama amplio de todas estas cuestiones para invitar al público a reflexionar y llegar a sus propias conclusiones. Tal es el caso de Tár, regreso del director Todd Field que nos presenta varias facetas de una prestigiosa compositora y directora de orquesta, Lydia Tár (Cate Blanchett en uno de los grandes papeles de su carrera). Por un lado, la artista está en la cima de su carrera, siendo la primera mujer que encabeza la Orquesta Filarmónica de Berlín. Por el otro, sus cuestionables decisiones personales han tenido consecuencias destructivas en las vidas de otros. No hay respuestas fáciles, pero Field se asegura de presentarnos todos los argumentos para el camino, en un portento cinematográfico extenso, pero muy rico en cuestionamientos. Lee más en nuestra crítica completa.