Una vez que su carrera despegó, Marilyn Monroe estaba en todas partes. Sin embargo, en sus primeras películas, a veces ni siquiera era mencionada en los créditos iniciales o en los carteles de las mismas. Tal es el caso de Mientras la ciudad duerme (The Asphalt Jungle), un film noir dirigido por el legendario John Huston (El halcón maltés) sobre un meticuloso plan para realizar un robo millonario de joyas que sale mal por las traiciones y mala suerte. Aquí, Monroe interpreta a la joven amante de un abogado adinerado y corrupto (Louis Calhern), quien accede a comprar las joyas del robo como un plan para obtener más dinero. El papel de la actriz es menor, pero llamó la suficiente atención con esta película (apenas su sexta) para salir disparada al estrellato tan solo dos años después.
El gran despegue de Marilyn Monroe vino con dos películas. La primera fue Niágara (también conocida como Torrente pasional), un inusual film noir en Technicolor en el que la actriz interpreta un rol que, en adelante, sería cada vez más raro en su carrera: el de una calculadora femme fatale. Monroe es Rose, una mujer que, a pesar de estar de luna de miel, está harta de su relación con un veterano de guerra psicológicamente atormentado, por lo que hace un complot para matarlo. Sin embargo, el plan se complica cuando aparece otra pareja en su luna de miel que sospecha de sus intenciones. Cabe destacar, como dato curioso, que la icónica obra Díptico de Marilyn de Andy Warhol, se basa en una fotografía promocional para esta película.
La otra película que contribuyó al meteórico ascenso de Marilyn Monroe en 1953 fue Los caballeros las prefieren rubias (Gentlemen Prefer Blondes), donde su aparentemente frívola protagonista cazafortunas tiene su contrapeso en el sensato e inteligente personaje de su coestrella, Jane Russell. La película es más recordada por Monroe que por Russell, en buena medida gracias al número musical de Diamonds are a Girl’s Best Friend, tema que Marilyn interpretó ataviada en el legendario vestido rosa que ha sido homenajeado por nombres que van desde Madonna hasta Margot Robbie como Harley Quinn en Aves de presa. El tema hoy es considerado un himno del empoderamiento femenino en una sociedad machista, algo que hizo eco con Marilyn en ese punto de su carrera: fue capaz de tomar el control de la narrativa cuando resurgieron algunas controvertidas fotografías de inicios de su carrera, convirtiéndose también así en un emblema de la revolución sexual que se gestaba. Sin embargo, su personaje fue entendido como una frívola “rubia tonta”, un arquetipo que dominaría el resto de su carrera, para bien y mal.
Si no recuerdas a Marilyn Monroe por el vestido rosa, seguro sí lo haces por el vestido blanco. Simplemente dicho, La comezón del séptimo año (The Seven Year Itch) contiene una de las imágenes más emblemáticas del siglo XX: la de Marilyn con su vestido revoloteando sobre una rejilla del metro. La película, su primera colaboración con el director Billy Wilder, cuenta la historia de un hombre neoyorquino que forcejea con sus deseos de infidelidad (la “comezón del séptimo año del título”), profundamente tentado por la despampanante actriz que se muda al departamento de arriba mientras su esposa no está. Es considerada una de las mejores comedias del cine estadounidense y uno de los trabajos más emblemáticos de Wilder, si bien Marilyn ya estaba claramente encasillada en el tipo de rol del que intentaría librarse durante los años siguientes.
Si bien Marilyn intentó separarse del arquetipo de la “rubia tonta” en pantalla (consiguiendo una buena interpretación de un rol más interesante en Bus Stop), esa clase de papeles la perseguirían hasta sus últimas películas. Su antepenúltima, y segunda con Billy Wilder, fue Una Eva y dos Adanes (Some Like it Hot, también titulada Con faldas y a lo loco). La historia trata de dos músicos de jazz (Tony Curtis y Jack Lemmon) que, para huir de la mafia, deciden hacerse pasar por mujeres y unirse a una banda femenina rumbo a una presentación en Miami, aunque acaban enamorándose de la vocalista (Monroe) y deben ingeniárselas para seducirla sin delatarse. Se trata de una de las películas más interesantes en las filmografías de todos los implicados por evadir, con mucho ingenio y clase, varias de las restricciones del “código Hays”, que regulaba y censuraba las temáticas representadas en pantalla durante esa época. A pesar de la censura, la producción logra tocar temas como la homosexualidad y el travestismo, además de mostrar a un hombre y una mujer en una misma cama (algo prohibido para la época), lo que le ha ganado un lugar entre las mejores películas de la historia, a pesar el desagrado de Monroe por su rol.
